La Santa Trinidad, en la teología cristiana, es la creencia en un solo Dios en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esta doctrina enseña que estas tres personas son coeternas, coiguales y coesenciales, es decir, comparten la misma naturaleza divina. Aunque hay un solo Dios, la Trinidad se distingue por la relación entre estas tres personas divinas, cada una con roles específicos en la obra de la creación, redención y santificación.
Jesús… “Les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Mateo 28:18-19
Una doctrina trascendental. El tema es, en efecto, sumamente importante y constituye uno de los fundamentos básicos de nuestra fe. Puede decirse que sin la Trinidad de Dios, resultaría incomprensible, por no decir imposible, cuanto las Escrituras nos enseñan acerca de nuestra salvación. Pero este no es un tema para especular, sino para adorar.
La doctrina de la Trinidad se halla claramente contenida en la Biblia. Es cierto que no aparece ni una sola vez la palabra “Trinidad” en los textos sagrados; pero la Trinidad Divina esta presente en las páginas de la Biblia. Las Sagradas Escrituras no demuestran la Trinidad: la muestran.
Esta doctrina ha sido enseñada y sostenida por la Iglesia cristiana desde los primeros tiempos, siendo normalmente expresada en la siguiente fórmula: Dios es uno en esencia, pero subsiste en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. O dicho de otra manera: Dios es único, pero existe eternamente con tres distinciones bajo la figura de personas.
Debe admitirse que la palabra «persona», en ese sentido trinitario, no esta enteramente libre de objeción, pero parece cosa entendida por los escritores ortodoxos que no hay una palabra mejor.
La objeción es que no puede aplicarse en su acepción común, esto es como se aplica a los seres humanos. Por ejemplo, persona, en el uso ordinario del término, significa un ser distinto e independiente; así es que una persona es un ser, y cien personas son cien seres. Pero en la Divinidad hay tres personas y UN SOLO SER.
Además, el vocablo “persona”, para nosotros expresa solamente “por lo general” la idea de personalidad o individuo, pero la palabra griega para persona, significa simplemente apariencia, aspecto exterior visible de un ser humano, animal o cosa.
Es decir, no se trata del ser mismo, sino de la apariencia o aspecto exterior visible de ese ser. Dicho de otro modo: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres manifestaciones o revelaciones que Dios hace de Sí mismo al mundo y por medio de las cuales el mundo puede ver y conocer a Dios.
Es verdad que el hecho “lo tenemos que confesar” sobrepasa a nuestra comprensión, pues no se conoce nada comparable en el mundo de nuestra experiencia. Por eso es muy fácil caer en ideas confusas y errores. Pero el hecho de que la doctrina de la Trinidad este por encima de nuestra comprensión, no quiere significar que este en contra de nuestra razón.
Todas las ilustraciones para explicar racionalmente la Trinidad se prestan a establecer conceptos pobres e inadecuados. Sólo como ejemplo de la posibilidad de combinar las ideas de unidad y pluralidad, pensemos en el rayo de luz, único, que al atravesar el prisma de cristal se descompone en los siete colores del arco iris.
La Trinidad y Las Ciencias Exactas
Consideremos ahora el Universo físico que debería reflejar a su Creador, como es lógico, de una manera muy íntima, y descubriremos que toda la Naturaleza parece haber sido diseñada para revelarnos la Trinidad. Todo la conocido del Universo puede ser clasificado bajo los títulos de espacio, materia y tiempo.
Ahora bien, el espacio, por lo menos en la medida en que lo comprendemos, consiste exactamente de tres dimensiones, cada una igualmente importante y absolutamente esencial. No habría espacio, ni realidad alguna, si hubiera solamente dos dimensiones. Existen tres dimensiones distintas, y con todo cada una de ellas abarca la totalidad del espacio.
Sin embargo, hay un solo espacio. Notemos que para calcular el contenido cúbico de cualquier espacio limitado no se suma la longitud mas el ancho y mas la profundidad, sino que se multiplican esas medidas. De modo análogo, la matemática de la Trinidad no es 1 + 1 + 1 = 1, como pretenden burlonamente los: Testigos de Jehová, sino 1 x 1 x 1 = 1.
El Dr. Nathan Wood, antiguo presidente del Colegio Gordon, ha demostrado que la doctrina de la Trinidad no sólo es matemáticamente cierta, sino que esta reflejada en toda ciencia exacta de una manera maravillosa, y con un espíritu científico libre de las restricciones del átomo materia, él propuso lo que llamó la ley de la trinidad universal.
Se trata de un estudio muy interesante. La ley que propone, reconoce que existe una estructura básica en la creación universal. Se ve obligado a aceptar el ente físico y el espiritual y a establecer entre ambos una estructura común obvia. La ciencia, anteriormente, había insistido en la existencia de una sustancia común, pasando por alto la posibilidad de que esa estructura común fuera la clave más segura para la exploración de lo desconocido. Sin dejar de ser simple ni universal, la ley de la triunidad satisface cualquier demanda intelectual. He aquí en su expresión más simple:
Concepto: 1 x 1 x 1 = 1
Aplicación:
- Largo x Ancho x Alto = Espacio
- Energía x Movimiento x Fenómeno = Materia
- Futuro x Presente x Pasado = Tiempo
- Espacio x Materia x Tiempo = Universo
- Padre x Hijo x Espíritu Santo = Dios
Como puede verse, cada unidad es absoluta en sí misma, pero ninguna podría existir por sí misma. Esta es la ley de la triunidad absoluta. Así como Dios es Tres en Uno, El ha implantado esta uniformidad en sus creaciones. No cabe duda de que esta estructura es la huella de DIOS”.
Apelando a La Biblia
Pero para descubrir claramente el hecho de la Trinidad Divina hemos de recurrir a la Biblia. En el Antiguo Testamento se enfatiza mucho la idea de un Dios único, en contraste con los múltiples dioses falsos de los paganos. Y el Nuevo Testamento corrobora este aspecto de la unicidad de Dios. El énfasis de la Biblia en este punto ha llevado a los «Testigos de Jehová» a rechazar la idea de la Trinidad; sin embargo, esta aparece en la Biblia con la misma claridad que la anterior. Y estudiando el asunto a la luz de las Sagradas Escrituras, encontramos lo siguiente:
Que desde el principio de la Biblia, Dios se revela como un Ser único pero múltiple a la vez. Es innegable para todo conocedor de la lengua hebrea, que Elohim, el primer nombre con que se designa a la Divinidad, es un plural.
Esta palabra, que, en efecto, aparece ya en el primer versículo del Génesis, es ciertamente la forma plural del término Elohim. La mayor parte de los teólogos, eminentes por su piedad y por su saber, han visto en este vocablo un indicio de pluralidad de personas en la naturaleza divina.
El rabino judío Simeón-ben-Joachi, en su comentario sobre la sexta sección del Levítico, explica el valor de esta palabra, en estos notables términos: «Observemos el misterio de la palabra Elohim; encierra tres grados tres partes; cada una de estas partes es distinta y es una por sí misma, y, no obstante, son inseparables la una de la otra; “están unidas juntamente y forman un solo todo”.
Análisis de un Texto Revelador
En Deuteronomio 6:4, hallamos estas palabras notables que cada judío temeroso de Dios está obligado a repetir cada día: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.”. Estas palabras son citadas, tanto por los judíos como por los «Unitarios» y los «Testigos de Jehová», como prueba más absoluta contra los Trinitarios. Pero precisamente estas mismas palabras, leídas en hebreo, constituyen toda una revelación y contienen la más segura y clara prueba que pueda hallarse en toda la Biblia a favor de la Trinidad: “SCHEMA, ISRAEL: ADONAI ELOHENU, ADONAI EJAD”.
En efecto, al analizar por vía de exégesis el texto original descubrimos tres partículas claves importantísimas que arrojan una luz deslumbradora para captar el profundo sentido de esta solemne declaración, lo cual “¡maravillosa prueba filológica de inspiración verbal!” nos demuestra que Dios sabía lo que hacía cuando inspiró a Moisés a escribir estas palabras y no otras. Veamos:
- ADONAI: literalmente significa “Mis Señores (de «Adon»: Señor y Mis)”.
- ELOHENU: es conjunción posesiva del pronombre de la primera persona del plural que se designa, significando. “Nuestros Dioses”.
- EJAD: expresa la idea de unidad colectiva.
En hebreo se usan dos palabras para indicar el significado de uno. La palabra uno, en el sentido de único, es decir, que se emplea para designar una unidad absoluta; es “JACHID” (Jueces 11:34). Este término nunca es usado para designar la unidad divina.
En cambio, cuando dos o varias cosas se convierten en una por una íntima unión o identificación, el vocablo hebreo que se emplea en la Sagrada Escritura es “EJAD”, que significa una unidad compuesta de varios (Gen. 2:24; Jue. 20:8). Esta palabra es la que siempre se use para designar la unidad divina.
Por lo tanto, nuestro texto, literalmente vertido del original hebreo, quedaría traducido correctamente así: ESCUCHA, ISRAEL: MIS SEÑORES NUESTROS DIOSES, MIS SEÑORES UNO COMPUESTO ES.
Símbolos y Figures de la Trinidad
Hallamos en casi toda la Biblia la idea de la pluralidad de personas divinas, lo cual significa que la doctrine de la Santísima Trinidad tiene su apoyo en las Sagradas Escrituras desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
Tres veces ,nada menos que tres veces, se usa en los once primeros capítulos de la Biblia el plural NOS para designar a la Divinidad. La primera vez se habla de la pluralidad de personas divinas en relación con la creación del hombre: Gen. 1:26; la segunda vez, en relación con el pecado del hombre: Gen. 3:22; y la tercera vez, en relación con el juicio de los hombres: Gen. 11:7.
Resulta curioso e instructivo notar que las tres grandes fiestas religiosas celebradas tres veces al año por el pueblo judío muestran también un símbolo de la gloriosa Trinidad: la Fiesta de los Tabernáculos: Dios Padre; la Fiesta de la Pascua: Dios Hijo; y la Fiesta de Pentecostés: Dios Espíritu Santo.
Veamos aquí algunos textos que nos iluminan y son muy convincentes en los que se mencionan claramente a las tres divinas personas juntas: Gen. 1:1-3; Sal. 33:6; Isa. 48:16 (comparado con 1Cor. 12:3-6 y Efes. 4:4-6); Isa. 61:1-2 con Lucas 4:16-21; 61:1-2 con Luc. 4:16-21, Mat. 3:13- 17; 28:19; 2Cor. 13:14; Efes. 2:18; Apoc. 1:4-5. Curiosa la experiencia de Jacob en aquel combate que sostuvo cuerpo a cuerpo con Dios. Jacob vio al Señor cara cara en una Theofanía bajo la apariencia de un ángel, y habló con El.
Pero lo que no dice un escritor lo agrega otro y arroja más luz sobre un pasaje. Así, Oseas nos muestra el contexto del episodio de la lucha de Jacob con Jehová, y nos dice: “Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó; en Bet-el le halló, y allí habló con nosotros” (12:4). Notemos el extraño plural. No nos sugiere otra vez la pluralidad de personas divinas en la Trinidad?
La Trinidad en Acción
El Padre es toda la plenitud de la divinidad invisible: Juan 1:18; el Hijo es toda la plenitud de la divinidad manifestada: Juan 1:14-18 y Col. 2:9; el Espíritu Santo es toda la plenitud de la divinidad obrando directamente sobre la criatura: 2.8 Cor. 2: 9-16.
En Efesios 1:3 al 14 vemos a la Trinidad actuando para el hombre:
La obra del Padre: bendice (v. 3), escoge (v. 4), predestina (v. 5). ¿Para que? Para alabanza de su gloria (v. 6).
La obra del Hijo: redime por su sangre (v. 7), perdona los pecados (v. 7), descubre el secreto de su voluntad (v. 9), reune todas las cosas en El (v. 10). ¿Para que? Para alabanza de su gloria (v. 12).
La obra del Espíritu Santo: sella (v. 13). ¿Para que? Para alabanza de su gloria (v. 14).
Por lo tanto, el Padre ejerce la soberanía y decreta los consejos determinados por la Trinidad: 1Cor. 15:24-28 y Efes. 1:3-6, el Hijo ejecuta los consejos divinos: Hebreos 10:7; y el Espíritu Santo los desarrolla y aplica. Lo expuesto se pone de manifiesto tanto en la Creación como en la Redención.
Considerando un Texto Clave
Se impone aquí un pequeño comentario en torno al texto de Mat. 28:19: “Bautizandolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Santo Espíritu”. Notemos que el bautismo cristiano esta conectado con el nombre de cada persona de la Divinidad. No hay una interpretación propia de este lenguaje que no coloque en igualdad al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Si se reconoce la Deidad de una de estas personas, queda reconocida la de las tres. Es imposible hacer una distinción válida con respecto a la igualdad y semejanza. Si la Deidad del Padre es reconocida por todos los que creen que hay un Dios, con respecto al Hijo y al Espíritu, quien podría oír sin horrorizarse que el nombre de un profeta o un ángel sustituía al de uno de ellos? ¿Por qué?
Por causa de la inconsecuencia impía de exaltar a una criatura hasta igualarla con Dios. ¿Cómo sonaría, por ejemplo, esta fórmula bautismal?: «Bautizad en el nombre del Padre, y de Moisés, y de una fuerza activa» ¿No sería esto peor que una blasfemia grosera?
Pero el nombre del Hijo y el nombre del Espíritu Santo están juntos con el del Padre, y la unión es tan importante que la validez del bautismo es inseparable de ella. Si el Padre es Dios, el Hijo y el Espíritu deben ser Dios también, porque de lo contrario el texto pierde su sentido natural.
Asimismo, si el Padre y el Hijo tienen personalidad, debe igualmente tenerla el Espíritu, pues sería absurdo bautizarse en el nombre (?) de una <:fuerza> o de una simple «influencia», en conexión con el nombre del Padre y del Hijo.
Esta clarísimo que, en la ultima comisión de Cristo, la referencia al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo es a personas y no a «energías activas», puesto que las influencias, por carecer de personalidad, no pueden tener nombre propio.
Que el Espíritu Santo tiene atributos de personalidad propia, es una verdad irrefutable a la luz de los textos bíblicos, pues lo que hace el Espíritu no puede hacerlo una mere influencia impersonal.
Al Espíritu Santo se le atribuye una mente: Rom. 8:7, 27; habla y comisiona: Hech. 10:19-20 y Apoc. 2:7; intercede y ayuda: Rom. 8:26 y Heb. 7:25; llama, selecciona y da ordenes: Hech. 13:2,4; aprueba decisiones: Hech. 15:28; Prohibe y cuida: Hech. 16:6-7; dirige: Hech. 20:28; enseña y recuerda: Juan 14:26; redarguye al mundo de pecado: Juan 1 distribuye dones según su voluntad: 1Cor. 12:11; puede ser entristecido: Efes. 4:30; resistido: Hech. 7:51; insultado: Heb. 10:29; mentido: Hech. 5:3; blasfemado y ofendido: Mat. 12:31-32.
Ahora bien, si el Espíritu Santo puede expresarse hablando, es porque tiene personalidad; si distribuye dones como El quiere, denota voluntad; si enseña indica que posee inteligencia; si consuela, denota emociones; si recuerda, indica conocimiento; si redarguye, es porque tiene discernimiento de las cosas; y si esta dotado de la capacidad de amar (Rom. 15:30), es porque posee, sentimientos. ¿Puede una fuerza impersonal tener todas estas facultades?
Comparando las Tres Divinas Personas a un Nivel de Común Igualdad
Finalmente, consideremos algunos de los títulos, personales, obras y hechos atribuidos igualmente a cada una de las tres personas de la Trinidad Divina. Creemos que con ello la evidencia trinitaria se hace irrefutable a la luz la Palabra de Dios.
Los cristianos tenemos un Padre que es llamado Dios, Rom. 1:7, Efes. 4.6. Un Hijo que es llamado Dios: Rom. 9: 5; Tito 2:13; Heb. 1:8. Un Espíritu Santo que es llamado Dios: Hech. 5:3- 4; 28:25-27 comparado con Isa. 6:8-10. Y si son llamados Dios es porque los tres conforman el mismo Dios, teniendo diferentes personalidades,
El nombre de Dios el Padre es Jehová: Neh. 9:6. El es llamado también Jehová: Jer. 23:5-6. Y el Espíritu Santo igualmente es identificado con el nombre de Jehová Heb. 3:7-9 comparado con Ex. 17:7.
El Padre como Jehová Dios: 2Sam. 7:22; Oseas. 1. El Hijo como Jehová Dios: Juan 20:28. (Al dirigirse a Cristo con esta reverente expresión, el apóstol Tomas le está aplicando el titulo y el nombre sagrados que únicamente pertenecen a Jehová Dios: Isa. 41:13.) El Espíritu Santo como Jehová Dios: Hech. 7:51 comparado con 2Rey. 17:14.
El Padre es el Dios de Israel: Salm. 72:18. El Hijo es el Dios de Israel: Luc. 1:1-17 (los pecadores se convertían a Cristo); v.68 comparado con Zac. 2:10 y Juan 1:14. El Espíritu Santo es el Dios de Israel: 2Sam. 23:2-3.
En efecto, los judíos ya creían en Jehová Dios, pero no creían en Jesucristo; por lo tanto, necesitaban convertirse al Mesías. Notemos como en el v. 17 de Luc. 1, se observa una identidad entre Jesús-Mesías y Jehová. Lo que en la profecía se dice de Jehová, aquí Lucas lo aplica al Mesías.
El Padre es nuestro Señor: Gén. 15:2; Mar. 12:29. El Hijo es nuestro Señor: Hech. 10:36, 1Cor. 8:6; Fil. 2:11. El Espíritu Santo es nuestro Señor: 2Cor. 3:16-17.0 Entonces, cuantos Señores tenemos los creyentes? Mat. 4:10; 6:24; Efes. 4:5.
El Padre es eterno: Sal. 90:2; 93:2; Heb. 1:10-12. El Hijo es eterno: Prov. 8:22-23, Juan 1:1, 8:58; Heb. 7:3, 13:8. El Espíritu Santo es eterno: Heb. 9 14.
El Padre es omnipotente: Gen. 17:1; 2Cron. 20:6 Efes. 1:19. El Hijo es omnipotente: Mat. 28:18; Efes. 1. 20-23; Apoc. 1:8 (comparar con v. 7 y vs. 11, 17 y 18), 3:7 (comparado con Hech. 3:14 y Apoc. 19:11-13). El Espíritu Santo es omnipotente: Isa. 30:27-28, Zac. 4:6; Rom. 15: 13-19.
El Padre es omnipresente: Jer. 23:23-24, Heb. 4:13. El Hijo es omnipresente: Mat. 18:20; 28:20; Juan 3:13. El Espíritu Santo es omnipresente: Sal. 139:7-12, Juan 14:17; 1Cor. 3:16.
El Padre es omnisciente: Sal. 139:1-6, Dan. 2:20-22. El Hijo es omnisciente: Juan 16:30; 21:17; Col. 2:2~3. El Espíritu Santo es omnisciente: Juan 14:26, 1Cor. 2:10-11. a Juan 2:20-27.
El Padre es la vida: Sal. 36:9; Hech. 17:25-28. El Hijo es la vida: Juan 1:4; 11:25; 1Juan 5:12. El Espíritu Santo es la vida: Job 33:4; Rom. 8:2-11.
El Padre es el Creador: Gen. 1:1, 26; 2:7; Isa. 45:12-18; 48:12-13; Neh. 9:6. El Hijo es el Creador: 1:3; Col. 1:15-17; Sal. 33:4; Heb. 1:2; 11:3 (comparemos Gén. 1:3 Y dijo Dios la Palabra, el Verbo eterno y con 1:26 también de (Gén.). El Espíritu Santo es el Creador: Gen. 1:2, 26; 2:7; Mal 2:15; Job 33:4; 26:13; Sal 104:27-30. Así pues, en el gran escenario de la Creación a Dios creando: el Padre. A Dios hablando: el Hijo Dios actuando: el Espíritu Santo.
El Padre es el Salvador: Isa. 43:3, 11; 45:21; Luc. Tito 3:4. El Hijo es el Salvador: Mat. 1:21; Luc. 2:11 2:13. El Espíritu Santo es el Salvador: 1.8 Cor. 6:11 parado con 1.8 Juan 1:7; Heb. 9:14; Tito 3:5. (La salvación es, pues, atribuida a cada una de las personas de la Deidad: 2Cor. 1:21-22.)
El Padre es el Pastor: Sal. 23:1; Eze. 34:11-12; el es el Pastor: Juan 10:11, 14-16; el Espíritu Santo es Pastor: Isa. 63:14. (Podrá pastorear una fuerza impersonal.
El Padre es el autor de la regeneración: Juan 1:12,13; El Hijo es el autor de la regeneración: 1Juan 2:29; el Espíritu Santo es el autor de la regeneración: Juan 3:5,6; (En la operación del nuevo nacimiento espiritual interviene, por tanto, la Trinidad: Tito 3:4-6.)
El Padre obró la resurrección de Jesucristo: 1Cor. 6:14. El Hijo obró su propia resurrección: Juan 2:19-22; 10:17-18. El Espíritu Santo obro la resurrección de Cristo: Rom. 8:11; 1Ped. 3:18
Los hijos de Dios tenemos comunión con cada una de las personas de la Trinidad: nuestra comunión es con el Padre y el Hijo (lJuan 1:3); y con el Espíritu (Fil. 2:1 y 2Cor. 13:14).
El Padre y el Hijo habitan en los creyentes, y nuestro cuerpo es templo de Dios y de Cristo: Juan 14:23; Apocalipsis 3:20; 1Cor. 3:16; 2Cor. 6:16; Gál. 2:20; Efes. 3:17. El Espíritu Santo habita en los creyentes y nuestro cuerpo es su templo: Juan 14:16-17; Rom. 8:9; 1Cor. 3:16; 6:19; 2Tim. 1:14.
A Modo de Conclusión Final
Quiera el Espíritu Santo, que vive en la persona de cada creyente nacido de nuevo, y que se halla presente en la tierra para glorificar a nuestro Señor Jesucristo, iluminar con este estudio a esas almas extraviadas en los errores perniciosos de los sectarios de Brooklyn, para que puedan así participar del verdadero conocimiento de Dios y gozar de la posesión de la vida eterna por la fe que es en Cristo Jesús.
Como conclusión: “¿Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, quien hace todas las cosas en todos, es el mismo” (lCor. 12:4-6).
Nota del autor: Es muy interesante saber que uno de los libros sagrados de los judíos, El Zohar (“Esplendor”), libro escrito por Moisés de León, base de la Qabbalah (“Tradición”), hace el siguiente comentario acerca de Deuteronomio 6:4 »Oye, Israel: Jehová, nuestro Dios, Jehová uno es.
“¿Por que hay necesidad de mencionar el nombre de Dios por tres veces en este versículo? La primera vez, Jehová, porque es el Padre de los cielos; la segunda vez, Dios, porque es un título del Mesías, la vara del tronco de Isaí que ha de venir por David, de la familia de Isaí; y la tercera vez, Jehová, porque es el que nos enseña a caminar aquí en la tierra. <<Y estos tres son uno>>.